sábado, 10 de diciembre de 2016

A dónde nos lleva

¿Alguna vez has perdido a una persona especial? ¿Ha sido más de una vez?
Constantemente conocemos personas, y algunas nos dejan marca. Algunas las queremos cerca, y durante un tiempo se convierten en nuestro mundo. Marcan los días malos y los buenos. Los soleados y los grises. Pero ahí están. Y entonces pasa algo y se van, se marchan, los pierdes, huyen, quizás los echas, quizás se echan ellos. Y te rompes a pedazos, pasan los meses y te construyes otra vez poco a poco, hasta que llega alguien que crees que te está ayudando a colocar la última pieza y resulta ser el que marcará el mismo proceso otra vez.

Entonces ocurre de nuevo. Quien te ayudo a superar ahora te hace pasar por lo mismo, y te preguntas qué demonios hiciste tan mal, porqué todos huyen. Te odias y decides no querer a nadie nunca más, no abrirte a nadie más. Pero sabes que es imposible y vuelve a ocurrir.

Y ahora, tras pasar por la misma historia mil veces y saber que la pasaré aún en más ocasiones, comprendo qué ocurre realmente: La gente no es estática. Es dinámica, se mueven, tienen sentimientos, cambian. Y algo realmente importante: nadie es ni 100% malo ni 100% bueno. Tienen sus motivos para aquello que hacen y cada uno tiene su propio camino en la vida. Muchos coincidirán en un trozo del camino con el tuyo, pero nadie se quedará en el para siempre. No significa que no te hayan querido, o que te odien y te quieran abandonar. Simplemente seguís caminos distintos.


Sin embargo, lo más importante de todo es a dónde nos lleva vivir todas esas experiencias. Todas esas personas. A dónde nos lleva toda esa alegría y sufrimiento: Todos nos aportan algo. Hoy en día somos quienes somos y actuamos de la forma en la que actuamos por cómo esas personas nos han marcado. Por eso es importante aceptar que se han ido, pero recordarlas y apreciar el tiempo que compartisteis, porque lo que eres es parte de cómo ellos fueron contigo.

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