Te dice que te quiere. Habéis pasado por cosas bien feas y por cosas bien bonitas. Y le crees. Crees que te quiere de verdad. Así que te aferras a él y le das por hecho. Y al día siguiente de jurarte que te quiere se va. Cómo si nada. Cómo si le dieras igual.
Nadie me pregunta si le echo de menos, porque todos se piensan que le odio. Y quizás debería. ¿Pero cómo voy a odiarle con lo que le quise? Aún sigo llorando un poco al escuchar "The Funeral" y me estremezco cuando pasas por mi lado y me llega tu aroma. Y nunca he llegado a escribir realmente sobre ti porque quería negarme el hecho de que todo esto hubiera pasado realmente. No sólo el adiós, sino nosotros, todo nuestros recuerdos.
Pero han sido reales. E igual que han ocurrido, se han ido. Y anteayer, al tenerte a mi lado, entendí que no sé como aceptarlo realmente. Que no lo he encajado. Que aún me duele. Que aún me dueles. Que no sé qué decirme para consolarme, para asumir tu traición, ni para explicarme porqué.
Ahora que me voy espero que al menos sea capaz de dejarte ir de mi mente. De mi corazón. No de olvidar, sino de aceptar. De perdonarte, aún sin que me hayas pedido perdón. De perdonarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario