martes, 26 de marzo de 2019

-

Todos necesitamos pasar tiempo con nosotros mismos. Sobre todo cuando ocurre algo realmente malo. Cuando alguien se va para siempre. Pero yo no puedo. No puedo soportar la idea de quedarme sola con mis propios pensamientos y enfrentar el hecho de que ya no estás. De que te has ido. De que me has dejado. Y me gustaría decir que te odio, y que jamás te volvería a dirigir la palabra o ayudarte, pero es que no puedo. Te veo y todo mi mundo se desmorona. Estás en mis venas, ardiendo, quemándome desde dentro. Este dolor me está abrasando y no sé cómo detenerlo.

Te quiero. No puedo evitarlo. Siento que ya no sé ni quién eres, pero aún así te quiero. Y siempre lo voy a hacer. Sólo rezo para que algún día sea capaz de volver a querer a otra persona. De volver a amar. Porque me has roto en pedazos tan pequeños que no creo que pueda reconstruirme.

Quiero regresar a Paris, a esos momentos en los que observaba la Torre Eiffel y pensaba en que en dos días volvería a estar en tus brazos. En que por fin estaríamos juntos. Fue un sueño tan efímero y a su vez tan intenso. Y por mucho daño que me hayas hecho no me queda más que darte las gracias: por haberme dado la oportunidad, por haberme dejado vivir una de las experiencias más bonitas de mi vida, por haberme dado unos días inolvidables, por haberme enseñado que era capaz de querer.

Y también quiero pedirte perdón. Quiero decirte que lo siento. Lo siento por no ser suficiente. Por no haberte demostrado todo lo que quería. Lo siento por no ser cómo querías o necesitaba que fuera. Por no haber aprovechado cada instante aún más. Por tener que poner espacio entre nosotros ahora mismo.

Te he dado todo de mí. He sacrificado mis amigos, mi tiempo, mis sueños. Lo he entregado todo por ti. Incluso lo impensable. Y me mata pensar que si vinieras ahora y me pidieras que lo hiciera de nuevo, lo haría. Por verte sonreír. Por verte bien. Porque digo que no soporto que me dejes y seas feliz con nadie más, pero muy en el fondo sé que no es así. Me duele, sí. No pienso negarlo. Pero me duele aún más la idea de que estés mal. Todas esas veces que te vi triste o perdido yo lo estuve doblemente. Porque para mí lo que tú sentías era lo que yo sentía.

Mi mente quiere pasar página. Pero yo sigo atrapada en ese día 11, en tu cama, abrazada a ti, pidiendo que jamás acabara ese instante. Corey Taylor gritaba de fondo todas las palabras que yo sentía en ese momento mientras yo pasaba mis dedos por las cicatrices de tu espalda, pensando en cuanto te quería. Te amaba. Lo hacía de verdad. Y no sabes cuanto me hubiera gustado que las cosas hubieran acabado de otro modo. Que por fin alguien me hubiera querido de veras. Ojalá nunca llegues a sentirte de este modo. Tan dolido, decepcionado e impotente.

De verdad que deseaba que tú fueras mi futuro. Siento tener que dejarte en mi pasado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Qué se supone que tienes qué decir cuando todo lo que tienes por decir está mal. Ya nada de verdad queda en mí. Sospecho que solo una cosa e...